Día 5: Inmersión cultural II

Uno de los fundamentos del programa Erasmus es la adquisición de pertenencia al sentimiento democrático europeo, es aprender y compartir a lo largo y ancho del “viejo continente”, y nuestro quinto día supuso la segunda inmersión cultural de forma específica (porque un Erasmus está constantemente impregnándose de la cultura).

Es visita obligada al planear una estancia en Croacia, el Parque Nacional de los lagos de Plitvitce, a algo más de dos horas de viaje de Zagreb. Nuestra coordinadora croata, Jelena, nos ayudó con la gestión para alquilar un coche y poder desplazarnos hasta allí. 

Tras el madrugón, caminamos hacia la dirección que nos había facilitado Jelena, para nuestra sorpresa, el clima era algo más suave de lo normal; o quizás es que íbamos pertrechados con infinidad de ropa; ya nos habían avisado del frío de Plitvice.

Una vez hecho los trámites de alquiler, nuestra querida Lucía nos llevó sanos y salvos hasta nuestro destino, durante el recorrido pudimos observar la Croacia más pura y alejada del área turística preparada para agradar al visitante. En el primer tramo, divisamos extensas llanuras; cuando abandonamos la autopista para recorrer una serpenteante carretera nacional, pudimos contemplar un bonito paisaje de montaña, con casas muy típicas. Cada vez el cielo se iba nublando más, la altitud hacía que nuestras esperanzas de pasar un día agradable (atmosféricamente hablando) fueran desapareciendo.

Al fin llegamos al Parque, y tras comprobar, que las recomendaciones de nuestros formadores en cuanto a la ropa de abrigo, eran completamente acertadas; nos tomamos un café bien caliente, y esta fue la primera vista que pudimos grabar en nuestras retinas:

Una increíble cascada de agua de casi 100 metros, que tuvimos que compartir con la familia, a través de videollamada. A partir de aquí, un exigente recorrido a pie de unos 8 kilómetros, en el que alternamos paseo en barco y bus para disfrutar de este hermoso paraje reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. 

Tras casi 3 horas de visita, comimos algo en el restaurante del Parque, y vuelta a dejar el coche en perfecto estado, desde aquí hay que agradecer a nuestra driver particular, Lucía, por hacer el esfuerzo de conducir 4 horitas.

Luego, una cena rápida, ducha caliente, y a dormir, ya no quedaban energías. Día agotador pero muy fructífero. Mañana volvemos a visitar a Mr. Callan.